Estatua ecuestre del General Martínez Campos
Figura importante para nuestro país, de nombre Arsenio, fue
militar y político. Nacido en 1831 en Segovia y murió en 1900 en Zarauz. Luchó
contra los carlistas tanto en un comienzo en Aragón, mandado por el general Dulce. Fue enviado en 1860 a África por
primera vez aunque pronto fue desviado junto con otras tropas de
Inglaterra y Francia a México a reprimir
revueltas.De allí fue a Cuba luchando contra rebeldes permaneciendo tres años en la
isla caribeña (1869-1872). Realizó
acciones en Cataluña al mando de una brigada, cuando ya se había proclamado la
I República en 1873. Tras no conseguir los objetivos deseados fue nombrado
dirigente de las tropas en Valencia, con la función de reprimir nuevas revueltas. En 1875
consiguió, tras actuar en Cataluña acabar con la tercera guerra carlista. Tras
este éxito se le nombró capitán general en 1876 para, en ese mismo año, ser destinado a Cuba de nuevo donde, dando buen
trato a prisioneros y actuando con mano de hierro cuando debía, consiguió que
los rebeldes cubanos firmasen la Paz del Zanjón en 1878.
Tras volver se le encargó la cartera de Guerra aunque unas
polémicas declaraciones hicieron que dimitiese y pasase a formar parte del
Partido Liberal de Sagasta donde volvió a ocupar dicho cargo, y actuando entre
intermediario entre este y Cánovas del Castillo a la muerte del rey Alfonso
XII.
En el año 1893 volvió a ser destinado a África como jefe del
ejército y consiguió la paz con los marroquíes al año siguiente. Sin embargo su
periplo internacional no había acabado ya que fue enviado a Cuba de nuevo al
año siguiente de esta paz aunque no triunfó contra los insurrectos y de vuelta
en España fue nombrado presidente del Supremo de Guerra y Marina, heredero del
Consejo de Guerra de tiempo atrás, hasta su muerte.
La escultura en cuestión fue realizada por Mariano Benlliure
(1862-1947) e inaugurada en el Retiro al poco de la muerte del militar, en
1907. Realizado en bronce proporcionado por la familia real, que propuso la
realización de la misma, mármol y piedra de Novelda (material utilizado en la
construcción desde el siglo XIII, extraído de Alicante). Al pie se encuentra un
conjunto escultórico que representa banderas y elementos militares y artillería,
así como tambores. En los laterales hay, a mi parecer, relieves, en las que se
reflejan escenas de las distintas campañas en las que estuvo el general en su
carrera militar.
Hay que destacar el gran detallismo con el que el autor le
dota, con un gran tratamiento de los ropajes, la vestimenta del personaje así
como el realismo en la expresión y elementos del caballo. Hay que destacar que
da la sensación de que esta captado en un momento de campaña, es decir, sin
tiempo para poder detenerse o preocuparse por los ropajes ya que estos parecen
colocados con despreocupación o desdén, con una simple gorra y sin más
identificación que su propia figura. Sus dimensiones son de 7,00 × 5,65 × 7,40
metros.
La escultura se encuentra en la Plaza de Guatemala, a la que
se accede por el Paseo de Chile, una avenida de cipreses, en la parte posterior
del monumento en honor a Alfonso XII. Cercano a la puerta de la reina Mercedes
y junto a la Avenida de Menéndez Pelayo.
Escultura de Carlos II
Dicha escultura se encuentra situada en la llamada Avenida
de las Esculturas, con acceso a partir de la Puerta de España, en la calle
Alfonso XII. Además de la que tratamos en este apartado hay otras 12 esculturas
de reyes que fueron traídos a dicho emplazamiento en 1989 definitivamente en el
orden en el que hoy podemos encontrarlas.
La escultura en
sí de dicho rey, realizada en mármol, se sitúa junto a otras de las que no he
podido encontrar el autor. Bien es cierto que estas esculturas no siguen ningún
orden de reinado ni cronología por lo que puede resultar algo confuso. Algunos
autores encuentran esto inútil y algo absurdo para el simple espectador.
El cambio originario a la actual situación de algunas de ellas se produjo en 1847, tras haberlas restaurado, aunque en el traslado los operarios se tuvieron que enfrentar al problema de que las esculturas no estaban identificadas cada una con su nombre. Esto fue por intereses políticos ya que a Carlos III no le gustaba su emplazamiento y manda desmontarlas y guardarlas a buen recaudo durante un siglo hasta la fecha que hemos destacado.
El cambio originario a la actual situación de algunas de ellas se produjo en 1847, tras haberlas restaurado, aunque en el traslado los operarios se tuvieron que enfrentar al problema de que las esculturas no estaban identificadas cada una con su nombre. Esto fue por intereses políticos ya que a Carlos III no le gustaba su emplazamiento y manda desmontarlas y guardarlas a buen recaudo durante un siglo hasta la fecha que hemos destacado.
Fueron idea de Fray Martín Sarmiento (1695-1772) en el
sentido iconográfico ya que diseñó una alegoría de la monarquía española
aunque, bien es cierto, no se finalizó. En sí las esculturas fueron realizadas
por muy diversos escultores que fueron
dirigidos por Juan Domingo Olivieri (Italia 1706- Madrid 1762) y Felipe de
Castro (1711-1775), español y escultor de Fernando VII. Intervinieron
escultores como Alfonso de Grana, Francisco de Boge, Antonio Demandre, Juan de
Mena (1707-1784) o Felipe de Boiston (Francia 1700-¿?).
La que tratamos ahora es la de Carlos II, apodado el
hechizado, fue hijo de Felipe IV y de Mariana de Austria, nació en 1661 en
Madrid muriendo en la misma capital en 1700, con tan solo 39 años de edad.
Subió al trono legalmente en 1675, tras una regencia de su madre hasta que este
alcanzase la mayoría de edad. No era un rey muy férreo sino al contrario, débil
y enfermizo además de falto de inteligencia según lo cuentan las fuentes de la
época. Su problema radicaba en que la endogamia de sus ascendientes, que provocaron
una alteración en los genes del rey por lo que envejeció joven y sufría muchos
dolores y ataques de cólera.
Al igual que habían hecho sus predecesores, confía en la
labor en el gobierno de la figura de los validos duque de Medinaceli, en su cargo de 1680 a 1685, el conde de Oropesa
(¿-1707), que estuvo en el
cargo entre los años 1685-1691 y posteriormente de 1695-1699 e intentó mejorar
la situación económica de la Hacienda castellana y por último el cardenal
Fernández de Portocarrero (Luis) (1635-1709), que fue valido el último año de
vida del rey y al mando del Estado hasta la proclamación del primer rey Borbón
Felipe V. Tuvo dos matrimonios: el primero con Maria Luisa de Orléans, sobrina
de Luis XIV, rey de Francia y que se casaron en 1679 aunque no consiguieron
tener descendencia hasta que esta murió prematuramente en 1689. El segundo
matrimonio fue con Mariana de Neoburgo (1667-1740), perteneciente a la Casa del
Palatinado procedente de Alemania y que se casó con Carlos II en el mismo año
de la muerte de la otra regente aunque se quedó viuda en 1700 a la muerte del
rey (A dicha reina se le dedicó una de las puertas de acceso al Parque del
Retiro).
Sirena del monumento a Alfonso XII
La pieza a la que nos referiremos es solo una de las partes
perteneciente al conjunto escultórico del Monumento a Alfonso XII. Dicho
monumento fue realizado por Benlliure, comenzando la labor en 1886 aunque no
acabado hasta 1922 ya que no había suficiente capital.
Está dividido en
varias partes de las que cabe destacar la columnata semicircular y abierta que
tiene una doble hilera de columnas jónicas, con 49 escudos simbolizando las provincias
que había en la época; por otro lado se pueden encontrar las estatuas vinculadas
a esta columnata, de bronce y que simbolizan las Ciencias, la Agricultura y la Industria,
así como una alegoría al ejército, tanto de la Marina como de caballería o
infantería. Llegamos al cuerpo central del monumento en el que se representan
numerosos grupos escultóricos de la Paz (de bronce y simbolizada por la unión
en un abrazo de dos militares), el Progreso (en la parte central y en el que se
ve a un joven delante de un caballo, con el torso desnudo junto con tres
jóvenes que representan las artes citadas con anterioridad) y la Libertad
(simbolizado por la presencia de un joven guiada por una fémina con alas y
junto a la cual arroja hacia el vacío a un ser que simboliza la tiranía). En la
parte inferior se pueden observar planchas de bronce que representan distintos
temas monárquicos. En la cúspide del mismo se observa la escultura ecuestre del
rey Alfonso (1847-1885), rey de España durante 11 años, entre 1874 y 1885 y
casado con María de las Mercedes de Orleans primero, casados en 1878 aunque
fallecida esta prontamente, y con María Cristina de Habsburgo desde 1879 a
1885.
Llegamos pues así a las sirenas de las que trataremos, parte
conjunta de este gran monumento (el conjunto escultórico más grande de Madrid).
Estas sirenas son de cuatro autores diferentes que pasaremos a nombrar a
continuación: la sirena que aparece tocando la lira sobre una tortuga es de
Antonio de Alsina y Amils (1864-1948), catalán, aprendiz de Juan Samsó;
otra sirena, la cual aparece sobre un pez, con la boca abierta de la que sale un
chorro de agua es obra del escultor
Rafael Archete a caballo entre ambos siglos; la siguiente sirena, que esta vez
la que aparece con un cetro en forma de espiral sobre lo que parece ser una
langosta es del escultor Antonio Perera. Daremos mayor importancia a esta
última que es la que aparece sobre un tritón, autor de Antonio Coll
(1857-1943), también catalán, recibió muchos premios a lo largo de su vida y al
que se le encargó la intervención en el monumento junto a Estany y Monserrat. El precio de las llamadas sirenas fue, en su
tiempo, de 15.000 pesetas al ser su material el bronce.
El porqué de la colocación de estas figuras mitológicas en
dicho monumento se cree que es debido a que recurrieron a una alegoría marina
eludiendo al ejército y que daba la sensación que las sirenas se encontraban en
la misma orilla del lago casi al mismo nivel del agua. Representadas con gran
realismo y detalle.
Sirena de Antonio Coll
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